
Una buena forma para decir adiós, de César Lozano
¡Decir adiós duele! Con esta frase punzante, el autor alerta al lector desde el primer capítulo del libro. Y prosigue: “Todo tiene su tiempo, y todo su hora. Tiempo para nacer, tiempo para vivir y hora de morir”.
Los ciclos nacen, se viven y terminan. Los mejores son aquéllos de los cuales nos desprendemos sin rencor, sin dolor, por el contrario, como la oportunidad de atravesar por una catedral luminosa, con el corazón sereno a emprender una nueva ruta en concordia con el agradecimiento.
Aferrarse a algo, apegarse a alguien, no es para siempre, exige perseverar con actitud de temporalidad.
El dolor y el sufrimiento son inherentes al ser humano, la cuestión de cómo, cuándo, cuál es la dimensión de la pena, traduce la diferencia entre salir menos dañados o ilesos.
La revelación que César Lozano expresa en este texto invita a la reflexión, parte de las despedidas son inevitables. Tarde o temprano nos enfrentamos a la muerte de un ser querido, al rompimiento con el amor, a la ausencia de quienes amamos, la mudanza geográfica, la pérdida de alguna actividad, en conclusión, a la existencia la colman momentos para decir adiós.
Una buena forma para decir adiós enseña a superar el duelo por la partida de un ser querido. Si bien el duelo aplica a cualquier ausencia o fractura, es la manera de señalar el plazo que la congoja requiere para aliviar al corazón.
La mejor lección de la obra de Lozano es el tratamiento que aplica a cada una de las penas del ser humano y cómo reconfortarlas. Crecer como hombres o mujeres con mayor luminosidad.
El doctor César Lozano, además de ser autor de Destellos: Reflexiones que darán más luz y de Por el placer de vivir, es uno de los conferencistas más escuchados en Latinoamérica con un auditorio de más de diez millones de personas.
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