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Compras y viajes

Cada vez que viajo siempre traigo un recuerdo del sitio al que voy. Algunas de las piezas favoritas en mi casa son de lugares lejos de mi hogar: almohadas bordadas de México, un juego de té de Londres, e incluso una olla para asar de Francia. Estos objetos no sólo me recuerdan los viajes que he hecho, sino que también tienen una historia única detrás de ellos.

Sin embargo, cuanto más se viaja más riesgo hay de que la casa puede comenzar a parecer una mezcolanza global. ¿Cómo se puede evitar que la casa se vea como un mercado de pulgas? Estas son mis reglas:

Evita las tiendas de trampa para turistas. Todas las hemos visto. Cada ciudad que es sede del turismo tiene esas calles llenas de tiendas que venden una tras otra los mismos llaveros, postales, globos de nieve, etc. A menos que siempre hayas soñado con ser dueño de un marco adornado con LAS VEGAS o tengas una colección permanente de imanes de destinos, ¡ni entres a esas tiendas!

Accesorios coloridos

Averigua por lo que el lugar es reconocido. Por ejemplo, si te encuentras en Venecia trae a casa algunos objetos de cristal, y el suroeste es famoso por su cerámicas (en la foto). Muchas veces estas compras son menos costosas en su país de origen que si fueras a comprarlos importados.

Compra en la tienda donde los lugareños compran. Si planeas llevar a casa un artículo específico, aléjate de la avenida principal y descubre dónde van de compras los habitantes de la ciudad.

Siempre compra algo práctico que usarás en circunstancias normales. Recuerda que hay cosas que aunque parecen relevantes cuando estás en el extranjero no tendrían sentido en casa. Así que antes de comprar, piensa: “¿realmente voy a utilizar este tagine fuera de Marruecos?” Si la respuesta es sí, cómpralo; pero si va a terminar en tu armario de basura, ahórrate el dinero.

 
 
 
 
 
 
 

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