
Los niños: de angelitos a monstruos en un segundo
Como si fueran miniaturas de doctor Jekyll y señor Hyde sacados de la novela de Robert Louis Stevenson, a menudo los niños son capaces de transformarse con facilidad de angelitos en pequeños monstruos, y esto confunde a los adultos que no saben cómo reaccionar. Una de las actitudes que suele desesperar a los padres es la gran diferencia de comportamiento de sus hijos cuando cambian de entorno o de compañía. Es bastante común, por ejemplo, que los pequeños se conduzcan de una manera en la casa con la familia, y de una forma completamente diferente cuando están en la guardería o la escuela.
Las razones pueden ser muy variadas, y aunque a veces parezcan tener doble personalidad, y hasta nos puedan llevar a pensar en posibles problemas de carácter, por lo general esos cambios no son más que su manera de reaccionar a estímulos, reglas y ambientes diferentes. Ya a mí ha dejado de molestarme que cuando estoy de visita en casa de amigas o familiares, si estos les ofrecen algo de comer a mis hijos y yo aseguro que “no lo comen” o “no les gusta”, los niños me contradigan aceptando lo que les han brindado, y en algunos casos, incluso, dándose un atracón.
Por otra parte, mi hijo, que todavía no ha cumplido cuatro años, ya muestra señales de cierto tipo de reafirmación masculina en el comportamiento cuando está con su padre, mientras se muestra más vulnerable cuando está conmigo. La misma caída y el mismo golpe lo pueden hacer llorar y llamar a mamá si sabe que ella está cerca, o doblarse de dolor y aguantar si no le queda más remedio, porque es papá el que lo está cuidando. Pero eso, como dije antes, quizá tenga más que ver con ese cromosoma Y que los diferencia de nosotras… porque debo confesar que también he visto cambios de comportamiento similares en su padre.
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