
Los garbanzos, unos frijoles mágicos
Quizás la verdadera magia de los frijoles no se encuentre tanto en las riquezas del reino del ogro, como en el cuento de Jack y los frijoles mágicos, sino en su amplia variedad y en el alto contenido nutricional y energético que pueden aportar a tu dieta. Entre las estrellas del show gastronómico y alimenticio que protagonizan este tipo de granos se destaca el garbanzo.
Esta legumbre es una considerable fuente de proteína y fibra dietética, así como ácidos grasos omega 3 y omega 6. También es rica en vitaminas y minerales, tales como hierro, calcio, potasio, zinc, ácido fólico, fósforo, magnesio, manganeso, cobre, vitamina B6, vitamina C y selenio, entre otros. Y todo eso, acompañado de un rotundo cero colesterol.
Pero si te atormenta esa larga lista que parece más apropiada para la etiqueta de un suplemento nutricional, considera su valor culinario. El garbanzo, a pesar de haber sido a veces vilipendiado en muchos refranes y tradiciones populares, al ser asociado con austeridad, pobreza y hasta la dureza, desempeña uno de los papeles principales en la alabada cocina mediterránea: ya sea en el cada vez más omnipresente humus, en las deliciosas bolitas de falafel o en una gran variedad de ensaladas, los garbanzos se caracterizan por su versatilidad. En la extensa lista de recetas se incluyen también los platos que se preparan con frecuencia en forma de sopas o potajes en muchos países, y en otras variantes pueden servirse acompañados de bacalao o espinaca.
Además de contribuir a regular el azúcar de las personas diabéticas, permitir bajar el colesterol y reducir los riesgos de enfermedades cardiovasculares, a los garbanzos se les atribuyen incluso propiedades terapéuticas. Pero no nos dejemos engañar, la magia no existe y mucho menos los frijoles mágicos. A pesar de todas sus bondades, el garbanzo tiene su lado negativo: es un alimento que contiene mucho sodio. Así que ten en cuenta regular las porciones cuando lo incorpores a tu dieta.
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